Mito del cuy

En Apurímac, hay un lugar extraño llamado «qowe q’arana» o «lugar donde se le da de comer a los cuyes». Aquí, grandes piedras están rodeadas de piedrecillas, puestas por la gente del lugar para proteger a unos cuyes míticos. Además, llevan pasto verde desde lejos para alimentarlos.

A diferencia de otras tradiciones que siguen fechas específicas, este rito es diferente. La gente lleva comida constantemente a estos cuyes míticos que, según cuentan, viven debajo de las grandes piedras lejos del pueblo. Cada persona que pasa por allí deja pasto al lado de las piedras.

Aunque nadie ha visto directamente a los cuyes en ese lugar, la creencia es que salen de noche para comer, como las vizcachas. Siempre tienen pasto; cuando se seca, alguien deja más follaje verde.

Estos lugares, como el de la foto, son raros y están lejos de la gente. En Apurímac, solo hay dos lugares confirmados con estas piedras especiales: uno en Huancarama y otro en Huichiua, Chuquibambilla.

Este sitio parece ser un lugar especial para los cuyes, que fueron importantes en la comida de la gente de la región en el pasado. Aunque se parecen a las Apachitas, piedras sagradas locales, aquí significan algo diferente. Todavía hay mucho por descubrir sobre este lugar llamado «qowe q’arana».

Está a 30 kilómetros de Chuquibambilla, a 3800 metros sobre el nivel del mar, esperando que la gente lo explore y entienda mejor.

El condor y el cuy

En las comunidades andinas, las fiestas son momentos de gran importancia social y cultural, donde la comida juega un papel central. Uno de los platos más emblemáticos y apreciados en estas celebraciones es el cuy (conejillo de indias), un animal que ha sido parte fundamental de la dieta y la cultura andina desde tiempos precolombinos.

Lo que hace particularmente interesante el consumo del cuy en estas fiestas es el ritual que se desarrolla después de la comida. Una vez que los comensales han terminado de disfrutar el plato, comienza una peculiar y emocionante búsqueda dentro del pequeño cráneo del animal.

El objetivo de esta búsqueda es encontrar un diminuto huesecillo llamado «cóndor». Este nombre no es casual, ya que el cóndor es un ave de gran importancia simbólica en la cosmovisión andina, asociado con el mundo celestial y considerado un mensajero de los dioses.

El huesecillo «cóndor» es único en cada cráneo de cuy y mide apenas entre 2 y 3 milímetros, lo que hace que su búsqueda sea un verdadero desafío. Los participantes examinan cuidadosamente el cráneo, compitiendo por ser el primero en encontrar esta minúscula pieza ósea. La dificultad de la tarea añade emoción y diversión al momento, convirtiendo lo que podría ser un simple final de comida en una actividad social y lúdica.

Quien logra encontrar el huesecillo «cóndor» es considerado el ganador y recibe algún tipo de premio o reconocimiento, que puede variar según las costumbres locales.

Pero el ritual no termina con el hallazgo. Una vez encontrado el diminuto hueso, se realiza una ceremonia de libación en su honor. Esta práctica de derramar o rociar bebidas, generalmente alcohólicas como la chicha o el aguardiente, es una forma de ofrenda y agradecimiento común en la cultura andina. En este caso, la libación se hace al pequeño hueso que representa al cóndor, como una forma de honrar tanto al animal consumido como al espíritu del cóndor que simboliza.

Esta tradición refleja varios aspectos importantes de la cultura andina:

  1. La importancia del cuy en la dieta y las celebraciones.
  2. La conexión entre la alimentación y las creencias espirituales.
  3. El valor del juego y la competencia amistosa en las reuniones sociales.
  4. El respeto por los animales y la naturaleza, simbolizado en el ritual post-comida.
  5. La persistencia de prácticas ancestrales que mezclan lo cotidiano con lo sagrado.
Mito del cuy

Lugar donde se alimenta a los cuys hasta la actualidad, una costumbre que perdura en el tiempo

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