Laguna Lliullita

La Laguna de Lliullita, emplazada a impresionantes 4,362 metros sobre el nivel del mar, se encuentra en el distrito de Chuquibambilla, perteneciente a la provincia de Grau, en el corazón del departamento de Apurímac. Este espejo de agua, ofrece un refugio sereno y es un verdadero tesoro natural para aquellos que buscan escapar del bullicio de la vida moderna y sumergirse en la tranquilidad de la naturaleza.

La pesca emerge como una de las actividades predilectas en la Laguna de Lliullita, gracias a la abundante presencia de truchas en sus aguas cristalinas. Esta actividad no solo proporciona una pacífica conexión con el entorno natural, sino que también desafía la habilidad y paciencia de los aficionados y profesionales, quienes pueden encontrar en esta laguna el lugar perfecto para practicar o mejorar sus técnicas de pesca.

Además, los alrededores de la Laguna de Lliullita se presentan como un escenario propicio para el trekking. Los visitantes pueden explorar senderos que serpentean a través de paisajes andinos, descubriendo la rica biodiversidad de la zona y disfrutando de vistas panorámicas que cortan el aliento. Esta actividad no solo es un ejercicio para el cuerpo, sino también un bálsamo para el alma, brindando momentos de reflexión y conexión con la naturaleza.

La presencia de vicuñas en este paraje llamado Lliullita añade un atractivo especial al lugar. Estos elegantes camélidos, avistados frecuentemente en las orillas de la laguna, brindan una oportunidad única para la observación de fauna en su hábitat natural. Los entusiastas de la fotografía encontrarán en Lliullita el escenario perfecto para capturar imágenes impresionantes de fauna y flora, inmortalizando la belleza inigualable de este ecosistema andino.

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Cómo llegar a la Laguna de Lliullita

El acceso a esta joya natural es a través de un viaje por carretera desde la ciudad de Abancay hacia Chuquibambilla, que dura aproximadamente 3 horas. La ruta es notablemente pintoresca, ofreciendo vistas espectaculares de los paisajes andinos. La laguna se sitúa en una ubicación conveniente, muy cerca de la carretera que conecta ambas ciudades, lo que facilita su acceso para aquellos aventureros que buscan sumergirse en la tranquilidad y belleza de la Laguna de Lliullita. Este viaje no solo es un traslado de un punto a otro, sino una experiencia enriquecedora que prepara el espíritu para la maravilla natural que está por descubrir.

El Camino Ancestral

Antes de la era moderna, las orillas de Lliullita eran testigo de un incesante ir y venir. Un camino antiguo, vital para la región, serpenteaba junto a sus aguas, conectando las importantes ciudades de Chuquibambilla y Abancay. Este sendero era la arteria principal por la que fluía el comercio y la comunicación entre estas poblaciones andinas.

Imaginen la escena: arrieros valientes guiando sus recuas de caballos y mulas cargadas con productos esenciales. El sonido de los cascos y el tintineo de las campanas de los animales rompían el silencio de la alta montaña. Alimentos, textiles, herramientas – todo lo necesario para la vida en estas alturas – transitaba por este camino, desafiando el frío intenso y la geografía accidentada.

El Cambio de los Tiempos

Con la llegada de la modernidad, representada por la construcción de la carretera que une Chuquibambilla y Abancay, el antiguo camino junto a Lliullita perdió su protagonismo. El rugir de los motores reemplazó el paso de los animales, y el tránsito se alejó de las orillas de la laguna. Sin embargo, el viejo sendero no desapareció por completo. Las poblaciones locales, guardianes de la memoria ancestral, continuaron utilizando tramos de este camino, manteniendo vivo un vínculo con su pasado.

Tiempos de Oscuridad

La tranquilidad de Lliullita se vio perturbada a finales de la década de 1980, cuando el conflicto interno que azotaba al Perú alcanzó estas alturas remotas. La laguna y sus alrededores, otrora lugar de paso y comercio, se convirtieron en un escenario de temor y conflicto. Su aislamiento, que antes era una característica pintoresca, ahora la hacía atractiva para grupos armados que buscaban refugio.

En 1987, las aguas de Lliullita fueron testigo silencioso de un enfrentamiento entre el grupo armado y las fuerzas del ejército. El eco de los disparos rompió la quietud de las montañas, dejando tras de sí un saldo de vidas perdidas cuyo número exacto permanece en la incertidumbre hasta el día de hoy.

Lliullita Hoy

Actualmente, la laguna de Lliullita emerge de su pasado turbulento como un lugar de reflexión y belleza natural. Los visitantes que se acercan a sus orillas pueden sentir el peso de la historia en el aire frío de la montaña. El antiguo camino, aunque en gran parte en desuso, aún invita a los más aventureros a seguir los pasos de los arrieros de antaño.

 

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